lunes, 18 de diciembre de 2006

El sueño de la linguística computacional



Joel Armando Zavala Tovar
UNMSM


La lingüística computacional es una disciplina de la lingüística aplicada, cuyo propósito fundamental es hacer que un ordenador emule la capacidad humana de generar lenguaje, es decir, que una máquina pueda expresarse, y que estas expresiones sean perfectamente comprensibles por hablantes de una lengua natural; sin embargo, las limitaciones que presenta este campo son evidentes. Por un lado, esta disciplina lingüística no logra conocer ni desarrollar totalmente los factores psicológicos y cognitivos que intervienen en la producción del lenguaje, por otro lado, si bien se vale de las mismas herramientas (componentes) de las que hace uso la gramática de una lengua, no obstante, su aplicación no es del todo precisa y esto se muestra claramente cuando una computadora genera expresiones como *niño llora el o *gato tomar leche. Por este motivo, el desarrollo de las aplicaciones informáticas (software) de la lingüística computacional necesita operar cuidadosamente dentro de cada una de las estructuras lingüísticas generadas, principalmente en el componente morfosintáctico y, en algunos casos, el semántico. Esto, a su vez, es lo que permite decir que la lingüística computacional tiene un sueño y lo persigue como cualquier disciplina de la ciencia lingüística.
Se avanza en lingüística computacional con la creación de traductores automáticos, interfaces hombre – máquina, diccionarios electrónicos, buscadores, flexionadores, lematizadores, etc. Sin embargo, aún falta muchísimo por hacer. Este campo de la lingüística necesita, además de lo señalado anteriormente, de los aportes de la lingüística teórica que todavía no logra comprender con totalidad la capacidad innata del lenguaje.


Chomsky considera que entre el automatismo de una máquina o de un bruto y la creatividad de un animal locuente ordinario media un abismo infranqueable[1], id est, que tanto la máquina como el sujeto presentan características que los diferencian, de modo que estas nunca serán iguales. A su vez, esto emana otro problema, el del lenguaje natural frente al lenguaje artificial; si bien es cierto que ambos lenguajes son humanos, el primero es natural e innato, en tanto que el segundo se aprende voluntariamente.


El interés por desarrollar capacidades relacionadas con la competencia lingüística ha motivado a crear áreas de la lingüística computacional que eran tratadas de forma inadecuada por otras disciplinas. Una de estas áreas son los “modelos procedulares de los procesos psicológicos de comprensión del lenguaje”, cuyo ejemplo sería el parser de Marcus (1980) que trata de imitar algunos aspectos de la actuación humana. Otra área es “la representación del conocimiento” que ha tratado de desarrollar algunos conceptos generales para estructurar la información.[2]
Es evidente la necesidad de la creación de sistemas aplicados que nos permitan entender claramente los procesos lingüísticos y elaborar con estos otros sistemas más eficientes de la lengua. La lingüística computacional es un campo importante dentro del desarrollo último de la lingüística que está contribuyendo grandemente. Los sueños, las aspiraciones, las metas son necesarios y la lucha y el esfuerzo de los lingüistas es interminable, tanto como su capacidad de búsqueda e investigación.

LIMA, SETIEMBRE DE 2006.
© JOEL ZAVALA TOVAR, 2006.
[1] Cfr. CHOMSKY, Noam. Estructuras sintácticas. Siglo XXI. México, 1974. p. xviii.
[2] Cfr. GRISHMAN, Ralph. Introducción a la lingüística computacional. Visor. Madrid, 1991. pp. 16 – 17.

Ashaninka



Carmen Núñez Zorrilla
UNMSM


Población
El pueblo ashaninka, según el Censo de Comunidades Indígenas del INEI (1993), contaba con 52 232 personas, ubicadas en las pendientes orientales de la cordillera central (ceja de selva) y valles que pertenecen a las provincias de Chanchamayo, Satipo, Oxapampa y el Gran Pajonal.

¿Campa o ashaninka?
La denominación campa, utilizada en muchas publicaciones para referirse a este pueblo indígena, no corresponde a una palabra propia de su lengua. Al parecer, según las informaciones de los primeros escritos de las misiones que ingresaron a la selva central, el término campa correspondería a una voz de origen pano[1] (no se puede asegurar si es setebo o cunibo).

La autodenominación reconocida por este pueblo es ashaninka o asheninka, dependiendo de su ubicación geográfica y su variedad dialectal. Así, ya sea ashaninka o asheninka, ambas palabras significan “nuestro paisano, nuestro pariente”.

Historia
Las primeras noticias que se tienen, de manera escrita, del pueblo ashaninka corresponden a los relatos de los misioneros que incursionaron en la zona después de la llegada de los españoles. Sin embargo, es posible plantear, de acuerdo a la lectura de documentos escritos como los Comentarios Reales del Inca Gracilazo de la Vega, que el pueblo ashaninka mantenía relaciones de intercambio con las poblaciones andinas desde mucho antes de la llegada de los españoles a su territorio.

Es importante señalar que el pueblo ashaninka tuvo gran participación en el movimiento de sublevación de Juan Santos Atahualpa. De esta manera se puede señalar al Gran Pajonal, territorio al que habían sido movilizados familias ashaninka enteras por órdenes españolas, como locación escogida por el rebelde para hacer un llamado a todos los “indios” de la selva central. Así el Gran Pajonal se convierte en un bastión al que por muchos años ningún español pudo acceder.

Ya en el s. XIX, los ashaninka se ven obligados a enfrentar la fiebre del caucho. Cuadrillas enteras de hombres penetran en la selva, buscando apoderarse de la riqueza de sus árboles y utilizando para este fin a todos los indígenas de los que pudieron echar mano, por lo que se realizaban verdaderas cacerías humanas, las cuales motivaron el desplazamiento de las poblaciones lejos de sus lugares de origen.

Lengua
La lengua ashaninka pertenece a la familia lingüística arawak. Esta lengua presenta diferentes variedades dialectales, clasificadas de distinta manera por diferentes autores. Según Payne (1989) se pueden distinguir las variedades ashaninka de los valles del Tambo, Ene y Bajo Perené; las asheninka de los valles del Pichis, Pachitea, Alto Perené y Apurucayali; los afluentes del Alto Ucayali y el Alto Yurúa, y la variedad asheninka del Gran Pajonal.

El ashaninka es altamente aglutinante, pues presenta gran cantidad de sufijos muy productivos en sus construcciones. El orden sintáctico postulado para esta lengua es el VSO (verbo-sujeto-objeto); sin embargo, también es posible apreciar construcciones del tipo SVO (sujeto-verbo-objeto) que podrían pensarse, responden a la influencia del castellano.

Alfabeto
El ILV planteó un alfabeto para la lengua ashaninka cuando comenzó a trabajar con este pueblo. Debido a la utilización de algunas grafías propias del castellano que no reflejaban sonidos propios del ashaninka; según la opinión de investigadores, estudiosos y hablantes, se propuso la necesidad de una reformulación del mismo.

El nuevo alfabeto para el ashaninka (alfabeto en el que se elaboran los actuales materiales utilizados para la educación bilingüe) es producto del taller convocado por el Ministerio de Educación a través de la Unidad de Educación Bilingüe Intercultural, realizado en Huampaní entre los días 7 a 9 de octubre de 1999. Las grafías consideradas en este alfabeto son las siguientes:

a, b, ch, e, g, i, j, k, m, n, ñ, o, p, r, s, sh, t, th, ts, tz, u, w, y

Es necesario señalar que, si bien es cierto, se aprobó por unanimidad de los ashaninka presentes la "w" en lugar de la "b", en la relación aparecen las dos. Sin embargo, la intención de utilizar sólo fonemas para la propuesta de grafías implica que sólo puede figurar una de ellas, sea cual fuere de las dos que elijan; pues se demostró en dicha reunión que son alófonos por lo que sólo requieren de una para representar a [b] y [w].

Glosario

Naakabe ‘hola (literalmente: soy yo)’
Jataana ‘adiós’
Kitaiteribe ‘buenos días’
Pasonki ‘gracias’
Pipoke ‘ven’
Tsame ‘vamos’
Antamiki ‘en el monte’
Tsika pipaitaka ‘¿cómo te llamas?’
Nobairo ‘mi nombre es…’
Pisaiki jaka ‘siéntate aquí’

[1] Varese, Stefano. La sal de los cerros. Lima, Retablo de papel Ediciones, 1973.

Fonética y Fonología



Jorge Iván Pérez Silva
Pontificia Universidad Católica del Perú


La Fonética y la Fonología son disciplinas de estudio cuyo objeto es el plano sonoro de las lenguas. Aunque ambas están estrechamente relacionadas y se necesitan mutuamente, cada una se ocupa de un aspecto particular del sonido del lenguaje humano, como veremos a continuación.

Como sabemos, el lenguaje es una capacidad de nuestra especie que se realiza históricamente como diferentes sistemas semióticos o de representación que llamamos “lenguas”. Distintos grupos humanos compartimos el conocimiento de diferentes lenguas, como el castellano, el quechua, el harakmbut, etc. La enorme mayoría de lenguas del mundo tienen en común el hecho de que los signos con los que construimos los mensajes se manifiestan como sonidos, si bien existen lenguas, usadas especialmente por las personas sordas, cuyos signos no son audibles sino visuales. Así, pues, la mayoría de usuarios del lenguaje producimos e interpretamos mensajes sonoros, es decir que somos capaces de asociar determinados sonidos a determinados contenidos mentales (ideas, conceptos).

La Fonética y la Fonología estudian los sonidos que se utilizan en el lenguaje. La primera disciplina se divide en tres sub-ramas, cada una con su objeto de estudio. La Fonética Articulatoria se preocupa por el mecanismo anatómico-fisiológico que interviene en la producción del sonido; la Fonética Acústica estudia las características físicas de los sonidos del habla y la Fonética Auditiva, la manera en que son recogidos por el oído y transmitidos al cerebro en forma de impulsos nerviosos. La Fonología, por su parte, estudia la manera en que se organizan los sonidos al interior de las lenguas, tratando de mostrar su papel con respecto al funcionamiento del sistema lingüístico.

El rol particular que cumple el sonido dentro del lenguaje, así como los aspectos que estudian la Fonética y la Fonología, se pueden entender mejor examinando el proceso por el cual un hablante dirige un mensaje verbal oral a un oyente. J. C. Catford, en su libro A Practical Introduction to Phonetics (2ª edición, Oxford, Oxford University Press, 2001), propone que la producción, transmisión y recepción de un mensaje lingüístico involucran las siguientes etapas:

1. Conceptualización de un evento sobre el que se quiere hablar
2. Codificación de lo conceptualizado: estructura léxico-gramatical
3. Programación neurolingüística: plan de impulsos nerviosos a partir de la estructura léxico gramatical
4. Fase neuromuscular: ejecución de impulsos nerviosos motores y contracción de músculos correspondientes
5. Fase orgánica: movimientos y posturas de los órganos
6. Fase aerodinámica: flujo de aire por el tracto vocal
7. Fase acústica: propagación de las ondas sonoras
8. Fase neurorreceptiva: acción de las ondas sonoras en el aparato auditivo y producción de impulsos nerviosos sensoriales
9. Identificación neurolingüística: identificación de señales como secuencia de sonidos del habla
10. Decodificación del mensaje: identificación de la secuencia de sonidos como una estructura léxico-gramatical
11. Conceptualización del evento representado

Para Catford, la conceptualización, codificación y descodificación no forman parte de lo que estudia la Fonética, en la medida en que la primera sería un fenómeno puramente psicológico y las otras dos caerían dentro del estudio propiamente gramatical: la manera en que los conceptos se “vierten” a una estructura lingüística formal. Así, pues, la Fonética estudiaría lo que en las etapas de Catford corresponde a los pasos (3) a (9). Sin embargo, los estudios más usuales de esta disciplina no suelen considerar las fases (3) y (9), que involucran procesamiento nervioso a nivel de la corteza cerebral. Por lo general, la Fonética Articulatoria estudia las fases neuromuscular (4) y orgánica (5) (sobre todo esta última), así como la aerodinámica (6), mientras que de la fase acústica (7) se encarga la Fonética Acústica; por último, la Fonética Auditiva se ocupa de la fase neurorreceptiva (8).

Veamos un ejemplo concreto: imaginemos que alguien nos dice la oración La bola rueda. De acuerdo con el esquema de Catford, debemos suponer que dicha persona concibe una situación en la que una pelota rueda (1) y que selecciona las palabras la, bola, rueda y las ensambla siguiendo una estructura gramatical (2). Luego de esta operación mental, el hablante planifica una secuencia de impulsos nerviosos a partir de la estructura léxico-gramatical (3) y la ejecuta poniendo en movimiento una serie de músculos (4) con el fin de poner en movimiento los órganos que conforman el aparato fonador (5). Estos movimientos crean un flujo de aire (6) que produce vibraciones particulares que viajan en todas las direcciones (7) y son recibidas por nuestro oído, el cual las transforma en impulsos nerviosos que viajan hasta nuestro cerebro (8), donde son identificadas como sonidos del habla (9). Estos sonidos son organizados mentalmente como una estructura léxico-gramatical (10) a la que le asociamos un determinado significado: el de una situación en el que una pelota rueda (11).

La Fonética enfoca su interés en los procesos de producción, transmisión y recepción del sonido pero, como hemos visto, esto es solo una parte del fenómeno examinado. En efecto, el resultado de producir un enunciado es un continuo sonoro en el que físicamente no existen divisiones, es decir que pronunciar la oración La bola rueda da como resultado un solo sonido continuo. Sin embargo, nosotros no escuchamos el enunciado de manera continua; de hecho, reconocemos que está constituido por las palabras la, bola y rueda. Es más, también reconocemos que las palabras están conformadas por diversas unidades sonoras (escuchamos la y no da, bola y no bota, rueda y no rueca). Así, pues, el continuo sonoro es descompuesto en nuestra mente como una secuencia de fonemas [labolarueda] que, a su vez, segmentamos en unidades léxicas como la bola rueda. Esta doble división se hace patente en el hecho de que el mismo continuo sonoro puede segmentarse en la misma secuencia de fonemas pero en una secuencia de palabras distinta: lavó la rueda.

Los fenómenos que acabamos de examinar muestran que los hablantes conocen un inventario de fonemas, cuyas realizaciones concretas son los sonidos del habla, y un inventario de palabras o unidades léxicas, conformadas por secuencias de fonemas. Estos, en la medida en que funcionan como los elementos conformadores de las unidades léxicas, permiten distinguir unas de otras, sea por el número de fonemas (salud – sal), por el orden entre ellos (son – nos) o por los fonemas que componen los signos (cama – cana – caña). Una de las funciones de la Fonología es estudiar la composición del inventario de fonemas de una lengua y determinar sus combinaciones posibles para la conformación de unidades léxicas. Así, por ejemplo, sabemos que en castellano y en inglés existen los fonemas /s/ y /p/, pero que en la primera lengua no puede haber ninguna palabra que comience con ellos mientras que en la segunda sí (spring).


Otra de las funciones de la Fonología es dar cuenta de un fenómeno lingüístico que encontramos en todas las lenguas del mundo: la alofonía, es decir, el hecho de que los fonemas tienen diferentes realizaciones sonoras (o alófonos), o que se realizan como diferentes sonidos del habla, de acuerdo con el contexto fonético donde aparecen. Veamos los siguientes ejemplos:

(1) l[a b]ola rueda – la gra[m b]ola rueda

(2) me[s] – me[se]s – me[h t]ranquilo

(3) i[mp]otente – i[nt]angible – i[Nk]auto

En el ejemplo (1), se ve que el elemento léxico bola se realiza en algunos contextos como [bola] y en otros como [bola]. Análogamente, en (2) el signo mes puede aparecer como [mes] o como [meh]. Por último, en (3) se ve que el sufijo in- puede realizarse como [im], [in] o [iN].

Esto se explica porque además de un inventario de fonemas, una lengua se caracteriza por tener un conjunto de reglas fonológicas o reglas de pronunciación que gobiernan la producción de sus fonemas. Las reglas responsables de la alofonía ilustrada antes podrían caracterizarse de la siguiente manera:

(1’) El fonema /b/ se pronuncia continuo (es decir, se realiza como el sonido [b]) después de una vocal y no continuo ([b]) en los demás contextos.

(2’) El fonema /s/ se pronuncia [h] ante una consonante y [s] en los demás contextos.

(3’) El fonema /n/ se realiza [m] ante [p], [n] ante [t] y [N] ante [k] o, en términos más generales, se realiza en el mismo punto de articulación que la consonante que le sigue.

La Fonología también nos muestra que los fonemas no son las unidades de análisis más pequeñas de los sistemas fonológicos. Su organización última depende de las unidades fundamentales conocidas como “rasgos”, los cuales funcionan como los elementos constitutivos de los fonemas. El cuadro que aparece a continuación ilustra la estructura y relación de algunos fonemas del castellano a partir de un conjunto de rasgos, es decir, de algunas de las órdenes articulatorias que ejecutamos al pronunciar los fonemas:


labial coronal dorsal
oclusivo p b t d k g
nasal m n
no sonoro sonoro

Como se puede ver, un fonema como /p/ se caracteriza por ser oclusivo (pronunciado deteniendo el aire por un momento), labial (articulado con los labios) y no sonoro (sin vibración de las cuerdas vocales), mientras que /b/ es idéntico excepto por ser sonoro (es decir, realizado con vibración de las cuerdas vocales). Por su parte, /m/ comparte con los anteriores fonemas el ser labial y con el fonema /n/ el ser nasal (pronunciado dejando escapar el aire por la cavidad nasal), mientras que este comparte con /t/ y /d/ el ser coronal (articulado con la parte anterior de la lengua). Así, los rasgos permiten caracterizar un fonema internamente y relacionarlo con otros haciendo evidentes sus semejanzas y diferencias.

Los rasgos, además, son las unidades con las que operan las reglas fonológicas en la realización de los sonidos del habla. Por ejemplo, de acuerdo con la regla (1’), el fonema /b/ se realiza con el rasgo continuo en lugar de con el rasgo no continuo, y de acuerdo con la regla (3’), el fonema /n/ se realiza con el rasgo labial o dorsal (pronunciado con la parte posterior de la lengua) dependiendo de su contexto de pronunciación.

Por último, los rasgos nos permiten ver las maneras como aprovechamos el sonido en las lenguas para crear nuestros signos. En efecto, físicamente, el sonido tiene cuatro propiedades: timbre, tonalidad, sonoridad y duración. El timbre es lo que distingue un sonido de violín de uno de trompeta, por ejemplo, o una campana, de una bocina de carro. La tonalidad diferencia sonidos agudos de graves y la sonoridad, los sonidos fuertes de los de poca intensidad. Finalmente, la duración de un sonido es el lapso que toma su ejecución desde que se inicia hasta que termina. Las lenguas pueden utilizar rasgos de timbre, de tonalidad, de sonoridad y de duración para distinguir sus signos. Por ejemplo, los fonemas del cuadro anterior presentan timbres diferentes causados por la distinta forma en que se articulan. Algunas lenguas utilizan diferencias tonales para construir signos diferentes: el chino, por ejemplo, distingue palabras de timbre idéntico solo por su pronunciación más grave o más aguda. De manera similar, palabras de timbre idéntico pueden distinguirse porque uno de sus elementos se pronuncia con mayor sonoridad o duración que otro. Esto se ilustra a continuación:

§ Timbre: Español: cama – cana – caña
§ Tono: Chino: má ‘madre’ – mà ‘cáñamo’ – mâ ‘resondrar’
§ Sonoridad: Inglés: récord ‘disco’ – recórd ‘grabar’
§ Duración Finés: tuli ‘fuego’ – tuuli ‘viento’; Italiano: nono ‘noveno’ – nonno ‘abuelo’

Podemos resumir esta breve exposición sobre el objeto de estudio de la Fonética y la Fonología, diciendo que esta estudia la organización de los diferentes sistemas fonológicos de las lenguas: qué fonemas conforman su inventario, qué posibilidades combinatorias muestran, qué reglas de pronunciación gobiernan su realización como sonidos del habla y qué rasgos funcionan en la lengua. La Fonética, por su parte, estudia la producción, naturaleza acústica y audición de los sonidos del habla independientemente de su pertenencia a un sistema lingüístico o a otro, pero tomando en cuenta que no son sino la realización de un sistema fonológico subyacente.

El impacto de Chomsky en la Linguística



Raymundo Casas Navarro
(DA Lingüística, UNMSM)


En este artículo, intentaremos dar cuenta del gravitante significado del enfoque chomskiano en la conformación de la lingüística como disciplina científica. Se puede sostener que la contribución chomskiana debe valorarse por lo que ha dado a la ciencia del lenguaje, pero también debe ponderarse por el derrotero que nos señala para avanzar más en nuestra disciplina.
Con esta aproximación, no pretendemos omitir la importancia de Chomsky en la filosofía contemporánea ni en la ciencia cognitiva en general; simplemente nos trazamos una meta específica que puede llevarse a cabo en el espacio de que disponemos.
Nuestro trabajo se divide en cuatro secciones. La primera describe, en sus grandes líneas, la crisis del denominado estructuralismo norteamericano prechomskiano. La segunda es una incisión en los encuentros y desencuentros entre uno de los líderes del descriptivismo norteamericano, Zellig Harris, y Noam Chomsky. La tercera es una argumentación a favor del acaecimiento de una revolución chomskiana en la lingüística. La cuarta intenta hacer una dilucidación del enfoque biolingüístico como una empresa que marcará el futuro de las indagaciones lingüísticas.

1. La crisis del estructuralismo norteamericano
El término ‘estructuralismo’ no es unívoco y, en consecuencia, se puede prestar a muchas confusiones. En muchas mentes, está asociado a la figura epónima de Ferdinand de Saussure, pero en la historia de la lingüística norteamericana se vincula con una propuesta diferente: el trabajo de Leonard Bloomfield (1933) que marcó una verdadera era en la investigación lingüística (Fischer 2003: 211). La era bloomfieldiana se distinguió por métodos rigurosos que sustentaban análisis objetivos y formales. En el breve, pero notable, estudio de Bierwisch, la lingüística norteamericana es denominada apropiadamente estructuralismo antimentalista (Bierwisch 1971: 39).
Dado que Bloomfield se adhería al conductismo radical, su enfoque era antimentalista, en los rigurosos términos planteados por Watson (1925). Como un corolario de este enfoque, se postulaba que la investigación lingüística debía hacerse con prescindencia del significado porque, como decía el mismo Bloomfield, con el ruido era suficiente (Bloomfield 1936).
El estructuralismo norteamericano se asentó sobre asunciones capitales como las siguientes: El análisis lingüístico debía anclarse en un corpus. La investigación lingüística debía regirse por procedimientos de descubrimiento (de índole inductiva). El nivel de la sintaxis era autónomo y el análisis lingüístico no podía mezclar niveles. La variación lingüística era ilimitada, razón por la cual las diferencias entre las lenguas no se podían reducir a unos patrones básicos.
Los logros de esta corriente de la lingüística se pueden entender con ayuda del enfoque kuhniano sobre el desarrollo de la ciencia, ya que los lingüistas estructuralistas resolvieron una serie de problemas de descripción fonológica y morfológica sobre la base de modelos de solución estandarizados. Si esto es así, podríamos hablar de la debacle del estructuralismo antimentalista en términos de crisis del paradigma (Kuhn 1970).
La crisis se puede notar en aspectos como los siguientes:
a) El programa estructuralista era llegar hasta el nivel de la sintaxis a partir de la fonología o análisis fonémico, pero casi nunca los lingüistas de esta corriente hicieron análisis sintácticos. Al quedarse en la morfología, no mostraban señales objetivas de progreso científico, lo que podía verse como una bancarrota científica.
b) La filosofía de la ciencia en la que se basaba el estructuralismo, el empirismo o positivismo lógico, se comenzó a desmoronar. Así, se vio con nitidez que el objetivo de la ciencia era la explicación, y no la mera descripción. Como el estructuralismo antimentalista había puesto de relieve la descripción (por ello, también se denomina enfoque descriptivista o taxonómico), sus credenciales científicas se pusieron en tela de juicio.
c) Los conductistas radicales habían expulsado a la mente por la puerta grande, pero los neoconductistas la readmitieron por la ventana. Del mismo modo, los lingüistas antimentalistas lanzaron su anatema contra el significado, pero lo readmitieron para dar cuenta de casos de ambigüedad estructural (lo que se ve, por ejemplo, en el tardío tour de force de Wallace Chafe 1970).
d) En el análisis de los rasgos suprasegmentales, como los fenómenos de juntura, los descriptivistas cayeron en incoherencias, puesto que se veían obligados a mezclar niveles, lo que contradecía sus postulados metodológicos. La idea era ir del fonema al morfema, razón por la cual estaba vedado emplear información morfológica en los análisis de nivel fonológico. Asimismo, los diversos modelos descriptivistas (como el análisis lineal de los constituyentes inmediatos) no podían dar cuenta de morfemas discontinuos (como el inglés be … ing o el francés ne … pas).
En el enfoque kuhniano, una ciencia normal se define por la hegemonía de un paradigma que es utilizado para la resolución de problemas. En esto consiste el éxito del paradigma porque la ciencia normal es fundamentalmente una actividad de resolución de problemas. Se puede tolerar que haya problemas no resueltos, pero cuando éstos se vuelven recalcitrantes la estructura monolítica del paradigma puede resquebrajarse o simplemente hacerse añicos. Ello ocurre cuando se plantean varias versiones del paradigma porque en esta proliferación se puede ver «un síntoma muy usual de crisis» (Kuhn 1970: 119).

2. Zellig Harris y Noam Chomsky
Cuando Noam Chomsky tenía 18 años conoció a uno de los líderes del descriptivismo norteamericano: Zellig Harris. La relación discipular comenzó cuando el joven fue encargado de corregir las pruebas de Harris (1951). Gracias a esa tarea, aprendió los secretos del análisis estructural y se decidió a estudiar lingüística. Se puede decir también que al tratar de aplicar las ideas de Harris, nuestro héroe fue el primero en percatarse de que algo andaba muy mal con la teoría dominante en el escenario norteamericano. Por ello, Newmeyer dice que la revolución chomskiana «de la lingüística fue, en gran medida, una revolución desde dentro» (1982: 57).
Con toda seguridad, la mente lógica de Chomsky fue seducida con los elegantes análisis del maestro estructuralista. En efecto, Harris mostraba con claridad que en la sintaxis había un criterio de jerarquía y que los modelos matemáticos eran muy útiles en el análisis lingüístico. Asimismo, proponía el cedazo de la simplicidad para dirimir entre sistemas formales equivalentes. Sin embargo, había desacuerdos profundos, lo que puede explicar el desdén con que recibió Harris las primeras aproximaciones del enfoque chomskiano.
La idea principal de Harris era que la estructura de la lengua consistía en una combinación de elementos no equiprobables. Ello era así porque la esencia de una lengua radicaba en restricciones de coaparición. Una cadena lingüística era, pues, el resultado de restricciones absolutas o distribucionales (que se definían en términos del cálculo de probabilidades).
Podemos resumir las principales diferencias entre ambos enfoques:
a) Mientras que Zellig Harris establecía con rigor los procedimientos de descubrimiento, Chomsky prefería hablar de procedimientos de evaluación (lo que, más tarde, desembocaría en el enfoque de principios y parámetros).
b) Mientras que Harris era anticognitivista, Chomsky defendía el mentalismo en la lingüística (como reza el título de un excelente artículo de Katz 1964). Para Harris el modelo gramatical no tenía por qué representar el proceso de adquisición de una lengua y, en realidad, creer en ello, a su juicio, era caer en el error del psicologismo. Un corolario de esta posición era considerar que la lingüística era una ciencia autónoma, lo que iba en contra del criterio chomskiano de una concepción unificada de lingüística, psicología y filosofía.
c) Aunque Harris empleó transformaciones, su noción es muy distinta del concepto chomskiano. Para Harris, la transformación es simplemente una operación de equivalencia entre dos estructuras superficiales (como pasa en lógica con las proposiciones ‘Algunos héroes son griegos’ y ‘Algunos griegos son héroes’). En efecto, Harris utiliza la operación de transformación para dar cuenta de la relación entre una oración activa y una oración pasiva. En cambio, el análisis transformacional chomskiano conduce a postular un nivel subyacente.
d) Mientras que la lingüística de Harris se orientaba al estudio del denominado lenguaje-E (un objeto externo al hablante como un corpus de enunciados), el nuevo enfoque chomskiano es un estudio del lenguaje-I (un estado biológicamente determinado inscrito en el cerebro del hablante). Además, en las reflexiones chomskianas quedaba claro que una indagación en el lenguaje-E era un camino desbocado, habida cuenta su carácter heteróclito o abigarrado.


3. La revolución chomskiana
Chomsky se graduó en Pennsylvania (en 1951) con un trabajo sobre morfofonología del hebreo. De 1951 a 1955 estudió en Harvard, ya convencido de que la lingüística taxonómica era esencialmente errónea. Su nuevo enfoque fue desarrollado en un estudio monumental intitulado La estructura lógica de la teoría lingüística (1955), pero era una prédica en el desierto: la lingüística descriptivista agonizaba, pero muy pocos se daban cuenta de ello.
Habiendo obtenido su doctorado con un capítulo de su obra magna, Chomsky no había logrado insertarse en el seno de la comunidad científica. Un artículo suyo fue rechazado por una revista especializada en temas lingüísticos y no encontraba editorial que quisiera publicar su trabajo de 1955. Con todo, gracias al acicate de Morris Halle, decidió redactar una versión muy condensada de sus ideas con el título de Estructuras sintácticas (1957), obra que fue publicada por una editorial marginal (Mouton de La Haya). Y allí empezó todo… o casi.
El libro causó una fuerte conmoción en el ámbito estadounidense gracias a una reseña laudatoria (pero no hiperbólica) que apareció en la prestigiosa revista Language. El autor de la reseña, Robert B. Lees, sostenía sin ambages que Estructuras sintácticas significaba un nuevo rumbo en la lingüística, lo que iba a ser corroborado en los congresos y conferencias a las que fue invitado su autor. En especial, las historias de la lingüística mencionan un congreso celebrado en Texas en 1958, en el cual un joven lingüista de treinta años enfrenta a los principales lingüistas taxonómicos y les demuestra con sólidos argumentos que los análisis taxonómicos son profundamente erróneos. Por su espíritu polémico y la fuerza de sus demostraciones, Chomsky es conocido como un verdadero enfant terrible, deseoso de poner el epitafio definitivo al enfoque taxonómico con el fin de inaugurar un nuevo camino. Carlos-Peregrín Otero (1970: 7) cuenta un testimonio revelador de 1965: un catedrático de la Universidad de California se refiere al niño maravilla de la lingüística como alguien que sólo «tiene 37 años, da la impresión de que tiene 27 y se comporta como si tuviera 17».
Dado que Chomsky inscribía la lingüística en el campo de la psicología, se enfrentó con el enfoque conductista desarrollado en Skinner (1957) y lo sometió a una demoledora crítica que apareció en la forma de una extensa reseña publicada en 1959 por la revista Language (versión castellana en Chomsky 1977). En resumen, el fuerte análisis chomskiano concluye que la posición conductista es una burda imitación de ciencia ya que ni siquiera tiene valor descriptivo. Este espíritu polémico es muy característico de los científicos que buscan un cambio de marcha, una auténtica revolución en su campo epistémico. Lo que la reseña dejó en claro era que, a diferencia de Zellig Harris, Chomsky era un cognitivista en el sentido de que asumía la teoría lingüística como un modelo de un aspecto de la mente-cerebro.
¿Qué de nuevo hay en la teoría denominada gramática generativo transformacional? Como dice correctamente Fischer (2003: 215), se da una brecha en la tradición de la lingüística, dado que desarrolla una auténtica teoría de la sintaxis, la gran deuda del estructuralismo norteamericano. Desde el punto de vista teórico, la gramática generativa es una gramática explícita (una asunción central que no ha variado nunca como se señala en Chomsky 1999: 23). Tal como se presenta en Chomsky (1965), la gramática consta de tres componentes: la sintaxis, la semántica y la fonología. Sólo el primero es generativo, los otros son considerados interpretativos. El componente sintáctico, a su vez, consta de dos subcomponentes: el subcomponente de base y el subcomponente transformacional. El subcomponente de base especifica la estructura profunda de las oraciones. El objetivo del subcomponente transformacional es relacionar el nivel de la estructura profunda con el nivel de la estructura superficial. Con esta nueva teoría, se resolvían elegantemente muchos de los rompecabezas de la lingüística taxonómica (los morfemas superficialmente discontinuos, el fenómeno de la ambigüedad estructural), pero lo más importante es que planteaba problemas más sustanciales e inauguraba un horizonte muy interesante como perspectiva científica: la teoría lingüística entendida como un estudio de la mente. Este enfoque iba a inaugurar una nueva era en la ciencia del lenguaje con profundas implicaciones en el campo filosófico, como fue visto tempranamente por Jerrold Katz (1975).
Hay señales externas de la revolución chomskiana como la expansión del campo descrito en Newmeyer (1982: 83-92), pero ahora vamos a abordar el tema desde una perspectiva internalista.
Si, como quedó ilustrado en el punto 1 de este artículo, el estructuralismo descriptivista se encontraba en una crisis de paradigma, ese estado era el caldo de cultivo para la emergencia de una revolución científica. En términos de Kuhn (1970), una revolución se define como la eclosión de un nuevo paradigma que instaura una nueva ciencia normal. Aunque creemos que el enfoque kuhniano podría aplicarse sin problemas al estudio de la génesis de la revolución chomskiana, Piatelli-Palmarini (1983) ha dado en el clavo cuando aplicó la teoría de Lakatos (1983) con el fin de entender la revolución chomskiana.
De acuerdo con Lakatos, un programa de investigación es revolucionario cuando supera racionalmente a otro programa. En la terminología de Lakatos, un programa se define por la defensa de un hard core, el núcleo duro de asunciones fundamentales que son consideradas irrefutables, desde el punto de vista metodológico. Este núcleo es acorazado por un protective belt, un cinturón protector de hipótesis auxiliares que sí se someten a la posible refutación. El hard core del programa chomskiano es la asunción de que las estructuras lingüísticas son endógenas (lo que después se va a aclarar con el modelo del órgano mental en Chomsky 1983: 47) y que la sintaxis es un sistema computacional del lenguaje. Este núcleo ha permanecido invariable a través de los diversos enfoques de la lingüística chomskiana, razón por la cual se puede decir que se trata de un programa fundamentalmente progresivo, en términos de Lakatos (1983). Es más, se puede decir que la secuencia de teorías o enfoques de la gramática generativa tiene un sentido: tratar de fortalecer el hard core con propuestas teóricamente sólidas y empíricamente fructíferas.
Así, la teoría estándar (Chomsky 1965), la teoría estándar extendida (Chomsky et alii 1979), el modelo de principios y parámetros (Chomsky 1981, 1988, 1989, 1990), el programa minimista (Chomsky 1999, 2002) son enfoques que han tratado de depurar el hard core del programa; razón por la cual nos parece que la interpretación de un cambio sustancial (Lorenzo 2001) no es una propuesta feliz. Los modelos iniciales eran muy barrocos y por ello se redujo considerablemente el poder transformatorio. Dado que los nuevos desarrollos hicieron más abstracto el nivel de la estructura superficial (con la introducción de huellas, por ejemplo), hubo un cambio en la denominación y se habló de la estructura-s (y, después, este nivel ha sido abandonado en las últimas versiones). El programa minimista es un avance importante en la línea del hard core porque plantea la pregunta de si se pueden hallar las especificaciones mínimas de diseño del lenguaje (Chomsky 2002: 24). La drástica reducción de la sintaxis se entiende como una manera de reducir la carga computacional y este ahorro se convierte en un modelo adecuado de la mente.
Concluiremos esta sección con una explicitación de las razones por las que se puede hablar de una revolución chomskiana en la lingüística, lo que además nos servirá para ilustrar el impacto de Chomsky en nuestra ciencia:
a) Gracias a Chomsky, la lingüística adquiere madurez científica, dado que se pone de relieve que una teoría científica es un sistema hipotético deductivo. El nivel de formalización al que ha llegado la gramática generativa es un aspecto saludable que equipara a nuestra ciencia con los más avanzados capítulos de la ciencia natural. De ese modo, se logra satisfacer criterios metateóricos fundamentales como la corrección sintáctica, la exactitud lingüística y se avanza mucho en los niveles de simplicidad (Bunge 1972). Asimismo, se consolida la idealización que es el procedimiento de investigación de la ciencia madura y que en el enfoque chomskiano se ha revelado como algo proficuo (Smith 2001).
b) Debido al desarrollo del enfoque chomskiano, se ha logrado fijar el verdadero objeto de las indagaciones lingüísticas: el lenguaje-I, un estado de la mente-cerebro. Con esta asunción, la ciencia lingüística puede consolidarse en la medida en que se tiene un objeto pasible de investigación científica. De ese modo, la ciencia del lenguaje puede elevarse a la deseable universalidad que es un requisito fundamental de toda ciencia madura.
En resumen, Chomsky produjo una revolución trascendental en la lingüística porque dio inicio a un programa progresivo que superó racionalmente a los enfoques anteriores: Desarrolló el enfoque lingüístico como sistema hipotético deductivo y plasmó el saludable compromiso ontológico del lenguaje-I, una realidad subyacente de enorme valor para la constitución de la lingüística como ciencia.


4. El futuro de la lingüística: las exploraciones biolingüísticas
En una reciente contribución, Félix Quesada (2005) ha explicado correctamente que la biolingüística entraña una visión no dualista y no reduccionista, que puede integrar a la lingüística con las ciencias del cerebro. En ese sentido, creemos que la visión biolingüística chomskiana da pautas para el futuro de nuestra disciplina.
Como señala Chomsky (2006), la biolingüística es una perspectiva que data de hace mucho tiempo y se puede ver en la obra de Lenneberg (1967) una interesante introducción al tema. En las conferencias de Managua (Chomsky 1989: 13), Chomsky plantea una pregunta que puede aclarar la naturaleza de estas exploraciones: ¿Cuáles son los mecanismos físicos que sirven de base a la estructura y al uso del lenguaje-I?
Esta pregunta formula con claridad el tipo de exploración biolingüística que en la llamada década del cerebro (la última del siglo XX) ha adquirido notable protagonismo. Dado que la biolingüística postula que el lenguaje es un objeto biológico (un lenguaje-I, esto es, interno, individual e intensional), en realidad la biolingüística es otro nombre para la gramática generativa (Jenkins 2000)
Aunque estas exploraciones se retrotraen a un pasado no tan reciente, lo que sí es cierto que de ahora en adelante se pueden plantear nuevas reflexiones y se puede hacer avances significativos. En particular, el futuro de la lingüística estará asociado a tomarse en serio la metáfora del órgano del lenguaje y, en consecuencia, la pregunta de Chomsky en las conferencias de Managua cobra especial protagonismo (Anderson y Lightfoot 2002). Asimismo, se tratará de analizar con más prolijidad los aspectos evolutivos del órgano del lenguaje, más allá de una interpretación netamente darwinista (Gould 2002).
Sin embargo, la biolingüística no debe confundirse con una parte de la biología, razón por la cual un enfoque como el de López García (2002) resulta inapropiado. Se trata de profundizar en las indagaciones lingüísticas en términos del programa minimalista. Tal es el derrotero que nos señala la empresa generativa.

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La linguística en la terapia de lenguaje



Irene García Benavides, M. Ed. , C.F. – S.L.P.

La Lingüística es la ciencia que estudia el lenguaje. Las diversas maneras de enfocar su objeto y los distintos intereses que guían a los lingüistas en sus investigaciones, han dado origen a una serie de áreas de investigación: Lingüística Hispánica, Lingüística Amerindia, Lingüística Aplicada, etc.

La terapia del lenguaje es una profesión autónoma e independiente de nivel superior universitario con carácter científico que estudia los procesos comunicativos del hombre, los desórdenes y/ o retrasos del lenguaje, el habla y la audición, las variaciones y las diferencias comunicativas, y el bienestar comunicativo del individuo, de los grupos humanos y de las poblaciones. También se le conoce con nombres tales como: patología del habla, patología del lenguaje, logopedia, fonoaudiología, trastornos de la comunicación, desórdenes de la comunicación; entre otros.

Los diferentes nombres dados al ejercicio profesional de la terapia del lenguaje implican ciertas diferencias de tipo teóricas y también aquéllas referidas a los cursos que se deben estudiar para ostentar el grado académico en la profesión. Por ejemplo, en los Estados Unidos se hace la separación entre el ejercicio profesional de la terapia del lenguaje y el de la audiología.

Creemos que los lingüistas deben tener una sólida formación profesional y a su vez, conocer suficientemente la gramática de la lengua en la que ejercen su profesión. Sin embargo, hay tópicos en los que debe prepararse para poder desempeñarse en esta disciplina.

El lingüista necesita conocer a cabalidad la anatomía y fisiología del mecanismo del habla. Si no tiene los conocimientos suficientes en estos aspectos no puede planificar, ni realizar una terapia efectiva. El hecho de no conocer estos aspectos nos hace imposible participar en terapias como la que se le da a los pacientes con labio leporino, por citar un ejemplo. Nuestros conocimientos sobre Lingüística podrían hacer que nos diéramos cuenta con facilidad de la hipernasalidad en el habla de un paciente. Sin embargo, se necesita saber mucho más que eso para participar en una terapia de este tipo.

Es importante conocer la neuroanatomía y neurofisiología del sistema nervioso.
Como lingüistas necesitamos prepararnos más en estos temas para poder entender los diferentes problemas del lenguaje que resultan de las disfunciones en esta área.

Durante algunos cursos, como Psicolingüística, por ejemplo, se nos enseña sobre el desarrollo del lenguaje. En este tema estamos en ventaja frente a otros profesionales. Sin embargo es necesario incidir en aspectos como los desórdenes del mismo.

En cuanto al desarrollo articulatorio y fonológico, los conocimientos adquiridos a lo largo de nuestros estudios nos ponen, de nuevo, en ventaja frente a otros profesionales. No obstante, necesitamos ahondar en aspectos de evaluación como: la realización del examen orofacial y audiológico.

Al abordar aspectos como la fluidez nos es fácil identificar qué tipo de tartamudez presenta un paciente, pero no conocemos cómo abordar el problema desde aspectos que van más allá de los lingüísticos. Conocemos el efecto, pero no podemos tratar las causas. Para esto necesitamos un entrenamiento en aspectos multidisciplinarios.

En la terapia de los problemas de voz, se hace imprescindible conocer bien la anatomía de los órganos que la producen. A su vez, necesitamos conocer sobre Física y conceptos de Matemática. Se debe ahondar en las causas de los problemas de la voz, así como los instrumentos a usar para la evaluación. Luego de la interpretación de los resultados seremos coscientes de las técnicas a usar, las mismas que darán forma a la terapia a desarrollarse con cada paciente.

Los desórdenes comunicativos de base neurológica no pueden ser entendidos sin una buena base en neuroanatomía y neurofisiología del sistema nervioso. Es necesario conocer los aspectos normales, para luego ayudar a un paciente que presente desórdenes en dichos aspectos. Muchas de estas patologías comparten los mismos desórdenes y por eso el diagnóstico se logra a través de la identificación de las lesiones cerebrales. Esto implica que también el tratamiento ha de ser diferente.

Durante la terapia relacionada a los problemas audiológicos se requiere que el terapista maneje conceptos de Anatomía y Física. Es necesario saber interpretar una audiometría, cualquiera sea el tipo de la misma.

Aunque el lingüista pueda identificar con facilidad en qué aspectos debe incidir la terapia: dificultades de articulación, lenguaje, voz, fluidez y resonancia; nos es necesario ser concientes de la existencia de formas de comunicación alternativas, como las lenguas de señas, las cuales conllevan toda una redefinición de los aspectos lingüísticos.

Es importante conocer los diferentes síndromes y su repercusión en el habla y el lenguaje de los pacientes afectados.


Un lingüista necesita conocer de Estadística y Métodos de Investigación. Los diagnósticos se logran usando pruebas. Al interpretar los resultados de las pruebas que se le aplican a los pacientes, se está realizando una labor científica, más allá de la obtención de datos.

Un aspecto importantísimo en la terapia del lenguaje son los procedimientos de diagnóstico y tratamiento. Por ejemplo, la historia clínica depende de la edad del paciente y de la naturaleza del desorden. Se necesita aplicar pruebas, sean éstas estandarizadas o no. De ellas depende el diagnóstico. Al obtenerse el diagnóstico hay que consignar en la historia los objetivos de la terapia. Luego se emite el pronóstico para el paciente.

Ser un lingüista da muchos beneficios a quien quiera ejercer la profesión de la terapia del lenguaje. El conocimiento cabal del lenguaje como fenómeno lo faculta a tener una visión más amplia sobre los aspectos comunicativos afectados en los pacientes por diversas etiologías. Sin embargo, necesita prepararse en otros aspectos importantes; por la misma naturaleza interdisciplinaria de su trabajo

En la mayoría de los países la profesión de la terapia del lenguaje tiene un código de ética. La certificación en la profesión es importante para estandarizar los conocimientos que necesita un profesional en el área.

En nuestro país existen pocas universidades que ofrecen la carrera de terapia del lenguaje a nivel de pregrado. En el Perú, la mayoría de terapistas del lenguaje logran su grado a través de una segunda especialidad o maestría. Es decir, a nivel de posgrado. Para acceder a la segunda especialidad había que ser, por lo general, educador o psicólogo. Es decir, el lingüista no se consideraba candidato a una segunda especialidad en la terapia del lenguaje. Esa concepción está cambiando y tenemos egresados de Lingüística en maestrías y segundas especialidades en trastornos de la comunicación. Esto contrasta con la orientación que se da en otros países: el lingüista desde hace mucho tiempo sí puede convertirse en terapista del lenguaje, siempre que haga una maestría en el área.

En el Perú, aunque existe asociaciones de egresados, no existe un “Colegio de Terapistas del Lenguaje”. Es decir, que la profesión no tiene una reglamentación para su ejercicio.

Nosotros, los lingüistas podemos dar grandes aportes al ejercicio de la terapia del lenguaje. Es necesario realizar un estudio sobre el desarrollo lingüístico de los niños peruanos. Hasta ahora se usan las pruebas estandarizadas de otros países y se pretende que sus resultados, se apliquen a la población del Perú sin una adaptación realista. Esto ocurre porque aún no se han desarrollado pruebas que tomen en cuenta a las diversas poblaciones lingüísticas de nuestro país.

Por las razones expuestas, los lingüistas pueden y deben formar parte de los profesionales que participan en la terapia del lenguaje, siempre y cuando conozcan eficientemente las áreas que hacen de esta profesión un quehacer multidisciplinario.


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Irene García Benavides obtuvo su licenciatura en Lingüística en la UNMSM. Obtuvo el grado de Magíster en Educación mención Trastornos de la Comunicación Humana en la PUCP. Ha sido intérprete de lengua de señas peruana con servicios prestados a la Televisión Nacional del Perú, Instituto de Salud del Niño, Hogar Clínica San Juan de Dios y Congreso de la República. Actualmente labora como terapista del lenguaje en Niskers Pediatric Rehabilitation Center en Texas, EEUU. E-mail: irenetuitis@yahoo.com